Entrevista a
Mempo Giardinelli

"Mi libro refleja la corrupción absoluta del menemismo"

por Óscar Enrique Ornelas

 

El argentino Mempo Giardinelli asesta otro golpe. Hoy presenta en México El décimo infierno (Editorial Colibrí), una novela que se lee en hora y media, máximo dos horas. Una pulp fiction que se remonta a Cosecha roja de Dashiell Hammett y tan despiadada como 1280 almas, de Jim Thompson. Un romance menemista, dice su autor en entrevista con este diario.

 

Todo o nada. Un empresario próximo a los cincuenta años se lanza en una vorágine de asesinatos seguido por su amante. Es el quinto infierno al cuadrado. Nada podrá detenerlos hasta el disparo final. 
El hombre mantiene un romance secreto con la esposa de su socio y amigo. Un buen día, y nada más porque sí, deciden matarlo y huir. La trama ocurre en El Chaco, al Noreste de Argentina, por donde corren los ríos Paraná y Paraguay. Lugar de las estepas, último sitio de la resistencia india a la colonización europea. Un territorio muy norteamericano —entiéndase estadounidense—, según Giardinelli, oriundo de la región.

 

—Luego de la matazón espectacular y demostrativa de las dictaduras, parece que la violencia sigue ahí, autocontenida, y las personas acaban por volverla contra sí mismas…
—Algunos amigos me lo han preguntado y yo respondo que El décimo infierno es una novela menemista o, si se quiere, del menemismo. Expresa lo que ha sido este gobierno: una forma de violencia irracional, corrupción absoluta de valores, una forma de desesperanza y un vértigo en la acción irreflexiva. 
Todas sus novelas expresan "una continuidad de la textualidad de la violencia", explica Giardinelli. "Pero sin duda tienen que ver con una sociedad que ha sido sometida, y se ha sometido a sí misma, a través de ejercicios violentos. Como es de conocimiento público, hubo la violencia de Estado mediante los golpes militares. Pero a mí me ha interesado mucho —y como periodista lo he desarrollado casi a diario— el explorar qué pasa con la violentización de una sociedad en la democracia. En Argentina llevamos 15 años de pacificación, muchas cosas han cambiado (para bien, sin duda), y sin embargo, al mismo tiempo, hay otras formas de la violencia que se han desarrollado de manera muy perversa. Ha sido el tema de mis últimos libros, una verdadera obsesión literaria, pero en este último producto hay una especie de paroxismo, de locura, de irracionalidad absoluta, que yo planteo sin ironía." 

—¿Se puede decir que Giardinelli goes to Hollywood? 
—Dios te oiga. 

—Los jóvenes dirían que la novela les recuerda a Quentin Tarantino... 
—Tiene un ritmo vertiginoso que no sé si llamar cinematográfico. Pero ese ritmo está presente desde los orígenes del género negro. Lo encuentras en Cosecha roja, de Hammett, la novela fundadora, donde no hay narrador sino una voz que ni siquiera tiene nombre. Toda la acción transcurre en 24 horas, y se le llama cosecha roja porque en ese tiempo hay una matazón fenomenal en la que se pierde el sentido del bien y el mal. Lo mismo ocurre en las novelas de JimThompson, Chester Himes y James Hadley Chase. Hay un emamoramiento frente a la muerte, frente al morir y frente al matar... En realidad, el cine negro de Hollywood es una variante de la literatura negra. Los mejores autores del género han sido también los mejores guionistas. Todos ellos dejaron una marca. De ahí viene el diálogo hollywoodense, aunque debo mencionar que para mí Hollywood está hoy en decadencia, puesto que el suyo se ha convertido en un cine espantoso, edulcorado, con finales felices y políticamente correctos, lo cual es una especie de estupidez general. 
Sin ánimo "de teorizar", insiste Giardinelli, "la conducta de los seres humanos se vuelve ilimitada cuando se pierden las bases éticas". Y esto "va de canto para cualquier joven o adulto, asesino serial o no. Ignoro si sea psicosis o esquizofrenia, soy un lego, pero eso que se desata tiene que ver con personajes irrefrenables.
Y el vocablo es justo: no se pueden detener, no se pueden refrenar. 
"Alguna vez Hammett, o Raymond Chandler, no recuerdo —continúa Giardinelli—, lo definió muy bien. Es ese instante trágico en el que en un segundo tu vida cambia, En un segundo no pusiste freno. Por eso las novelas de este tipo y sus personajes se van solas. Al menos en mi caso. Lo importante es la tensión del relato." 

—Gris, la mujer de su novela, quien además tiene los ojos grises, da la impresión de ser más despiadada que el personaje. ¿Son las mujeres más desalmadas que los hombres a la hora de matar? 
—Ah, ¡ésa es una idea tuya! Ahí corre por tu responsabilidad... 

—Pero es que mata más que el otro... 
—Ah, ¿tú contaste los muertos? 

—Ella no se detiene. Cuando el otro ya le perdonó la vida a Don Santos, Griselda le vuela la cabeza al pobre viejo, sin que hubiera razón práctica alguna... El enano Ponce, quien aparece después, sí justifica su eliminación. Chantajea a la pareja… 
—Yo diría mejor que hay una gran complicidad entre ese hombre y esa mujer.

 

Jueves 27 de abril de 1999. © Copyright El financiero.

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