El país del Humo según Leopoldo Brizuela

Mi libro preferido

por Leopoldo Brizuela.


En medio de la noche y de la Pampa, sólo una nena asmática está despierta, los ojos agrandados por el terror de la asfixia. Cada tanto, sus padres o una niñera vienen a leerle un libro de aventuras o una vida de santo, y cuando los mayores se van, la nena pasa sin darse cuenta del recuerdo de esas lecturas a la imaginación de epopeyas que la tienen como protagonista, del delirio de la fiebre a la pesadilla pura. A cada despertar, la nena se sentirá cada vez más distinta al resto de los veraneantes en la estancia de Libres del Sur, cada vez más solitaria y cómplice del corazón despiadado de la naturaleza. 

En el fondo, fue esa niña que Sara Gallardo había sido la que escribió, 40 años más tarde, El país del Humo, el último de los grandes libros de Sara Gallardo, publicado en 1977, y desde entonces mi libro favorito, el que nunca dejé de admirar, de copiar, de descubrir. Se trata de una larguísima colección de cuentos, algunos extremadamente breves, narrados en un lenguaje único (quizá el más grande hallazgo de Sara Gallardo), un habla que recuerda a la vez a Juan Rulfo y a Clarice Lispector, a Dickens y al mismo Borges.

Todavía hoy, cuando me inclino sobre el papel en blanco para improvisar un relato, me surge inconscientemente la primera frase de El país del Humo: “En esos años, la vida nos era poca para acabar con los españoles”. Y por un instante, siento que es Sara Gallardo quien me escribe a mí, que soy el último personaje que llegó a habitar El país del Humo, que mi vida es su última historia.

© La Voz del Interior. Nota del Jueves 25 de enero de 2001.

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